La leyenda de la campana de Huesca cuenta cómo Ramiro II el Monje, rey de Aragón, decapitó a doce nobles que se opusieron a su voluntad.
Todo empezo en 1134 el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador falleció sin descendencia, los nobles ofrecieron la Corona del Reino a su hermano Ramiro, que en ese momento estaba recluido en el monasterio francés de Saint Pons de Thomières, pensaban los nobles que con un rey inexperto y alejado del mundo militar y de gobierno podrían manejarlo a su antojo y dirigir el Reino en las sombras.
Lo que no sabían los nobles aragoneses es que sus guerras internas y su actitud ante la población obligarían a Ramiro a actuar, como explica la «Crónica de San Juan de la Peña», escrita en el s. XIV y primer documento que recoge la leyenda de La Campana de Huesca:
«Fazían guerras entre si mismos en el regno et matavan et robavan las gentes del regno»
Crónica de San Juan de la Peña
Ramiro II, el Monje, tomó posesión del trono con el compromiso de regresar al mundo eclesiástico tras asegurar la línea de sucesión, pero la actitud de los nobles principales puso a la Corona al borde de la ingobernabilidad y Ramiro, neófito en cuestiones de corte y gobierno, pidió consejo a su mentor, el abad de Saint Pons.
Este tras leer la carta que le había entregado el emisario del rey en el que le rogaba consejo, sin mediar palabra alguna, pidió al emisario que le acompañara y cuchillo en mano, en el huerto del monasterio, cortó las hojas de col que más sobresalían al tiempo que ordenó al emisario que narrara al rey lo que había visto. Sin mediar más palabra le dijo al mensajero:
Tras el relato del emisario, el rey convocó a todos los nobles aragoneses a palacio con el pretexto de mostrarles una enorme campana cuyo tañido sonaría en todos los rincones del reino. Entre divertidos, curiosos y escépticos, uno a uno, los nobles que habían llevado al reino a la ingobernabilidad fueron conducidos a la estancia para contemplar la famosa campana. Tal y como entraban, un verdugo cortaba las cabezas de todos ellos.
Después hizo entrar al obispo Ordás de Zaragoza y le preguntó si la obra le parecía completa. Éste, temeroso y temiendo la suerte que le aguardaba, respondió al monarca que no faltaba nada, pero el Rey Ramiro le dijo: «Sí que le falta algo, y esto es el badajo, y para suplirlo destino tu cabeza». Así que lo ejecutó.
Dispuestas las cabezas en círculo, colgando de una soga una de ellas (la del obispo de Zaragoza) en el centro, a modo de badajo, hizo entrar en la estancia al resto de los nobles para que contemplaran la Campana de Huesca, que sonó en todo el Reino de Aragón.
La sala de la campana de Huesca:
En el propio Museo de Huesca, está la famosa Sala de la Campana, donde la tradición sitúa la leyenda pese a que el Palacio de los Reyes de Aragón fue construido a finales del siglo XII por orden de Alfonso II, nieto de Ramiro II, aunque posiblemente sobre un palacio anterior.
El famoso cuadro y otras obras:
José Casado del Alisal mostró el horror que se dibujó en los rostros de los nobles en un cuadro pintado en 1880 que se exhibe en el Ayuntamiento de Huesca y que se ha convertido en icono de la leyenda.
El relato sirvió de inspiración para numerosas obras literarias, como « La campana de Aragón» de Lope de Vega o la novela «La Campana de Huesca» (1852) de Cánovas del Castillo, y dio lugar al dicho «más sonado que la Campana de Huesca» con el que se refiere a un suceso de gran repercusión.
El impresionante cuadro puede verse en el Ayuntamiento de Huesca con una visita guiada.
Más info sobre el cuadro: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-leyenda-del-rey-monje/54cca3b9-3a81-4572-9bcf-9969271fac04